viernes, 26 de mayo de 2017

La eterna sabiduría de Juan Perón




"Nuestro interés permanente, nuestra preocupación constante, han de ser las de mantener ese estado de salud y robustez peronista, para lo cual se impone la unidad y solidaridad más firmes. Cuando un dirigente aspira a un cargo o a una función, su ambición será justa y sana si dedica su tiempo a luchar para imponer su capacidad y sus virtudes; pero será baja y despreciable cuando lo hace mediante el desprestigio -justificado o no- del que desea desplazar.
Esta última ha sido la escuela gorila, que empeñada en calumniar al peronismo abandonó el país en manos de los ladrones internos y externos que terminaron por saquearlo y llevarlo paulatinamente al desastre.
Es menester elegir dirigentes responsables y capaces para la conducción táctica del Movimiento, y luego tener fe y confianza en ellos, porque de lo contrario no hay conducción posible. Ellos pueden fallar, sea por error, por falta de virtudes, o por traición. El error es perdonable, la falta de virtudes es condenable, pero la traición debe ser imperdonable.
La fidelidad a los principios y la lealtad al Movimiento son las condiciones básicas de un dirigente, pero la lealtad ha de ser mutua, y así como la masa debe ser leal a sus dirigentes, éstas tienen la ineludible obligación dé ser leales a la masa.
El Movimiento que elegirá a sus propios dirigentes no pocas veces se equivocará. Pero nada se consigue con la difamación del dirigente que fracasa. Hay que reemplazarlo convenientemente, y ningún dirigente que no sea un insensato resistirá por la fuerza o por la astucia abandonar su cargo, porque esta resistencia indicará, tanto su falta de delicadeza como su ineptitud, hasta en la apreciación de sus reales méritos.
La facultad de poner y sacar dirigentes, cómo y cuándo sea necesario, es una facultad inalienable del Movimiento peronista. La disciplina peronista ha de ser de fondo y no de forma. Interesa que cada peronista cumpla con su función y misión de manera fiel e inteligente. No interesa la forma, porque vale más ser que parecer.
Pero la disciplina tiene también sus límites, porque cuando se transforma en servilismo deja de ser una virtud para transformarse en una indignidad. La disciplina solo vale en los hombres libres."
Gral. Juan Domingo Perón.

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